jueves, 19 de marzo de 2015

Un cuento sin dueño, un encuentro inesperado

En su eje giraba tranquila,
y teñía el horizonte de los mortales,
se disponía otra vez a reintentar,
en tanto, donde el mar consume la tierra,
un par de golondrinas adoraban su suerte,
en un mástil del cálido mar un rayo marino de sol,
iluminábalos y creaba sombras de papel,
posadas entre la brisa risueña,
los alegres tiempos recuperaron,
en su mutua compañía vislumbraban,
una estrella en nacimiento y sin naturaleza,
en tanto, por los mares vagaba muda,
la muerte en armas envuelta,
y cual tragedia vio pasar a las golondrinas.

André Ulloa

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