Artificiales eran los fuegos,
en el perfecto juego que hacen sus ojos,
como aquellos iluminados en la infinitud,
artificial como en un momento creado,
en la ingenuidad de genuina voluntad,
de estaciones que volaron en millares,
artificiales como el tiempo,
como el viento al surcar sus labios,
la mirada llena de fuegos es real.
André Ulloa